El joven mexicano, Sergio Adrián Hernández Huereca, fue asesinado por las brillantes hordas que el señor Obama mantiene en la provisional frontera, ayer, lunes, siete de junio. ¿Qué peligrosidad, qué peligro representaba un joven de catorce años, contra el ejército más poderoso del planeta, poseedor de bombas atómicas y aviones y submarinos y tanques y robots y conciencias?
¿Qué gritar hasta perder la voz?
¿Cómo no maldecir? ¿Cómo no maldecir todo un año en todos los minutos de los días y en todos los minutos de las noches?
¿Acaso les estaba exigiendo, como yo, que devolvieran todo el territorio que se robaron en el siglo XIX, hace cinco minutos? Lo repito, ¿ese casi niño les estaba exigiendo devolver lo que se robaron, ladrones?... Texas, California, Nuevo México, Arizona, Colorado, Utah,...la Mesilla...
Además, el último 28 de mayo, el inmigrante mexicano Anastasio Hernández, de 32 años, fue asesinado A GOLPES por ¡VEINTE! Agentes de la Patrulla Fronteriza en la frontera de San Ysidro, California. Dos mexicanos que eran seguramente, una amenaza tal, como las dos bombas atómicas que se dirigían a Hiroshima y Nagasaki.
He ahí a la nación más desarrollada y al modelo del mundo, a la dueña de todo lo creado.
¿Y nuestro capataz-presidente?, mudo. ¿Y todos los demás?, mudos, cual piedras.
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