WALL-E

Wall-E bien podría ser de un barrio del tercermundo. Un tierno de sencillas alegrías y ternuras, en donde un encendedor, una tapa del bote de basura como sombrero, la fidelidad de una cucaracha y una canción de amor, componen las más de sus felicidades y compañías.
En la nave, donde viven los seres humanos que ya no viven en la Tierra, porque la echaron a perder, han llegado a la inservibilidad extrema, y son todos profundamente obesos, como en muchos países "civilizados" y del tercer mundo.
Wally-E no es una película sólo para niños, ni sólo para locos ambientalistas, ni sólo para los terroríficos sentimentales de siempre, sino es(también), una película para pensar sobre el que parece ser el irremediable destino de la Tierra y del ser humano. La música no es pobre, los personajes "secundarios" tampoco, el viaje a través del espacio tampoco lo es.