viernes, 24 de septiembre de 2010

Para mi profesora Elisabeth Siefer, de la UNAM

Gracias por leernos.
Gracias por cantarnos.
Gracias por ser la abuela alemana que nunca tuvimos, y que tuvimos en usted.
Gracias por El Labrador de Bohemia(pero no porque la muerte, hombre de huesos, se robó a la femenina duodécima letra de un alfabeto, la duodécima letra: la M, de Margarita).
Gracias por permitirme decir en su clase ese poema de Brecht...Ya lo sé amada...ahora se me cae el pelo por mi vida salvaje y me tumbo en las piedras...
Gracias porque aquella aula fue un teatrito donde se presentó El Gato con Botas de Ludwig Tieck.
Gracias por tomarme alguna vez de las manos, por sonreírme, y mirarme con los mismos ojos con los que miraron Heine y Goethe.

Cuando recuerdo que en los bombardeos sobre su ciudad en Alemania, usted, una pequeña, subía a la alta cama, y esa era una felicidad y un juego, qué le digo, qué puedo decirle, si usted ya lo dijo todo con esa memoria.

Le traigo para siempre a Rückert y a Schumann, en Widmung. Y le repito: Uns gehört der Rest des Fadens und dass wir dich kannten. Nuestro es el resto del hilo, y el habernos conocido, como tradujo usted a Sarah Kirsch.

4 comentarios:

  1. Para los exquisitos, para los que quieren saberlo todo, porque si no lo saben todo, sienten un vacío irreparable en el pecho, aquí lo que canta esa señora:

    Widmung

    Du meine Seele, du mein Herz,
    Du meine Wonn', o du mein Schmerz,
    Du meine Welt, in der ich lebe,
    Mein Himmel du, darein ich schwebe,
    O du mein Grab, in das hinab
    Ich ewig meinen Kummer gab!

    Du bist die Ruhe, du bist der Frieden,
    Du bist der Himmel, mir beschieden.
    Daß du mich liebst, macht mich mehr wert,
    Dein Blick hat mich vor mir verklärt;
    Du hebst mich liebend über mich,
    Mein guter Geist, mein bess'res Ich!

    Friedrich Rückert

    En el idioma de Cervantes se oiría así:

    Dedicatoria

    Tú, mi alma; tú, mi corazón;
    tú, mi placer; ¡oh tú, mi dolor!
    tú, el mundo en el cual vivo;
    tú, mi cielo, del que me encuentro suspendido.
    ¡Oh tú, mi tumba, en cuyo interior
    entregaré mi pesar por siempre!

    Tú eres el reposo, tú eres la paz,
    tú me has sido deparado por el cielo.
    Que tú me ames, me hace más valioso,
    tu mirada me torna glorioso,
    tú haces que me supere a mí mismo,
    mi buen espíritu: ¡eres lo mejor que poseo!

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  2. Como profesora que soy hago esta reflexión: Quién tuviera alumnos como tú, Aguila.

    Tere (ex sirena )

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  3. te comparto una remembranza que escribí sobre elisabeth, hermosa y buena siempre.

    http://www.heytabasco.com/el-kafka-de-elisabeth-seifer/

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