miércoles, 1 de septiembre de 2010

La historia del camello que llora


Ver la historia del camello que llora, es vivir unos pocos días dentro de la vida de una familia de seminómadas, en el desierto de Gobi, en el lado de Mongolia. Es una invitación a conocer esas vidas maravillosas. Es ser uno de ellos por más de una feliz hora.
Todo es lento y aburrido, dirán "los que saben". Pero qué creen: Todo en el documental es belleza extraordinaria. Las casas de los habitantes de ese lugar están incorporadas al paisaje, a las dunas, a los barjanes(las sonrisas del desierto). Hay armonía con la naturaleza. Esos pobladores viven en alianza con los camellos y les tienen un profundo respeto. No hay una partícula de basura, las familias gozan dentro de sus casas, sólo con algún instrumento de cuerdas y sus voces y sus bailes. Nadie se emborracha. Tienen el privilegio de compartir momentos familiares que en la actualidad parecerían de otro universo. Las casas están, por dentro, cubiertas de tela de alegría, de bordados vivos.
En el socialismo se intentó, en Mongolia, mantener ciertas tradiciones al lado de la tecnología, pero lástima, se interrumpió el proceso, y nos quedamos sin respuestas. ¿Hasta qué punto es válido cambiar las tradiciones? Es preciso evolucionar, evolucionar sin destruir. Pero lo triste es que ni siquiera estamos buscando las respuestas a estas preguntas. Pero nuestra obligación es buscar respuestas, en un mundo donde las respuestas son tan difíciles.
Por qué llora el camello, de qué tradición hablo, eso lo sabrán cuando vean el documental.

Yo moriré diciendo que para ver estas películas se nace. Yo casi no nací para otra cosa que para decir estas cosas tan malas.

Además, yo no estoy tan bonito como ese camello tan bonito.

2 comentarios:

  1. ¡Ay Águila! Gracias, muchíiiiiiiiiiisimas gracias por descubrirnos esta maravilla. Nosotras también nacimos para ver estas películas. Y pobrecito ese camellito blanquito tan bonito, y su mami también pobrecita, y qué requetebonita.

    La vimos anoche de un tirón, con una única interrupción: se puso delante de la pantalla una mamá langosta con su cría de langostita, y tuvimos que ir a rescatarlas. No olvidemos que estamos en el fondo del mar ...

    Y ahora tenemos un problema: no sabemos si tirar para La Habana o para Mongolia!

    Besotes grandotes.
    Las sirenas

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